UN LEGENDARIO RASTROJERO DESAFÍA EL PASO DEL TIEMPO Y CIRCULA TODOS LOS DÍAS POR EL GRAN BUENOS AIRES.

UN LEGENDARIO RASTROJERO DESAFÍA EL PASO DEL TIEMPO Y CIRCULA TODOS LOS DÍAS POR EL GRAN BUENOS AIRES.

Lo maneja un repartidor de cloro, que lo heredó de su padre. Construído en la década del 50, el vehículo simbolizó un proyecto industrialista que sigue siendo discutido.

Es como si un hincha de River mirase a su equipo por la tele y en la pantalla aparecieran Vernazza, Prado, Walter Gómez, Labruna y Lousteau.

O si el televidente fuese simpatizante de Boca y lo viera a Mussimessi en el arco.

No podría ser, sería ilógico que la década del 50 irrumpiera en la transmisión y se metiese en el presente.

Sin embargo, en mi barrio una extraña superposición cuántica altera la realidad.

Y asombrosamente, todos los días se ve pasar a un Rastrojero.

Pero no es un flashback. Allí está, realmente.

Lo maneja su dueño, Jorge Del Blanco, que se dedica a repartir cloro, sustancias químicas y otros productos a domicilio:

-Era de mi papá, que lo compró en 1966 en la agencia de Cassaroli, en Villa Adelina, que vendía Rastrojeros usados. Así que debe ser de los primeros que se fabricaron.

La producción del Rastrojero en el playón de la fábrica en Córdoba.

En este 2021 se cumplen 70 años del nacimiento del proyecto de producción del Rastrojero.

Según diversos testimonios, en 1950 el presidente Juan Domingo Perón quiso reparar las falencias que había tenido el Plan Quinquenal en cuanto a la industria pesada. Por eso convocó a los representantes de las empresas automotrices extranjeras, para impulsar la producción de vehículos en la Argentina.

Pero no tuvo éxito. Los empresarios rechazaron su pedido, argumentando que Argentina no tenía capacidad técnica para semejante tarea.

Parecía que el propósito había fracasado. Pero cuando los visitantes salieron del despacho presidencial, el ministro de Aeronáutica, que había estado presente en la reunión, le dijo a Perón:

-Presidente, hagamos nosotros mismos los autos en la Fábrica de Aviones de Córdoba. Allí tenemos la capacidad industrial suficiente.

Este funcionario se llamaba Juan Ignacio San Martín.

Era brigadier y había sido director de la Fábrica de Aviones entre 1944 y 1949. Luego fue gobernador de Córdoba desde 1949 hasta 1951, cuando pasó a ser Ministro de Aeronáutica de la Nación. Siempre había sido un defensor de los proyectos industrialistas, y ya en 1934 había afirmado:

“Vencer las dificultades que se opongan al progreso industrial del país es contribuir en el modo más decidido a mantener su independencia económica y política, ya que ésta es función de la primera”.

No estaba solo en esa aspiración. Ese año egresaba la primera promoción de la Escuela Superior Técnica, hoy Facultad de Ingeniería del Ejército Argentino, creada por el general Manuel Nicolás Savio.

El brigadier San Martín en la Fábrica de Aviones de Cóordoba. Al fondo, el primer Rastrojero.

Las ideas industrialistas tuvieron varios defensores en nuestro país, a lo largo de los años. Y algunos nombres sorprenderán a quienes no pueden dejar sus prejuicios de lado.

Porque fue otro personaje de la historia argentina, totalmente distinto, el presidente Marcelo T. de Alvear, quien en 1926 firmó el decreto de creación de la Fábrica Militar de Aviones en Córdoba.

Una decisión que fructificó, pese a los cambios en el poder, en abril de 1932 cuando comenzó a volar el primer avión de esa factoría.

Fue bautizado “Tenga confianza”. Sin dudas, ese espíritu pionero pasó por encima de las décadas y de las diferencias políticas. Y el brigadier San Martín contagió esa confianza al Presidente, quien en noviembre de 1951 decretó la creación en Córdoba de la Fábrica de Motores y Automotores. Enseguida, en diciembre, se declaró de interés nacional la fabricación de partes y accesorios para automotores y maquinaria agrícola.

Manual de uso del Rastrojero, editado en 1953

Hasta que en marzo de 1952 se creó Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado, conocida como IAME. Una de sus tareas fue producir un vehículo utilitario.

Dos meses después, el 1 de mayo de 1952, el prototipo del Rastrojero -antecedente de ese mismo vehículo con el que hoy Jorge reparte cloro- fue presentado en la Plaza de la República, en Buenos Aires.

Uno de los últimos avisos del Rastrojero

Ahí comenzó una historia que convirtió a ese vehículo en un emblema de la industria argentina, a tal punto que en 1975, de cada 10 pick ups diésel que se vendían en la Argentina, 8 eran Rastrojeros.

Hasta que el 22 de mayo de 1979, por decreto del entonces ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hozla producción del Rastrojero fue suspendida definitivamente.

-Desde ese día comencé a sentir que me moría un poco cada día...

Con enorme tristeza, eso fue lo que dijo el ingeniero Raúl Gómez, unánimemente reconocido como el padre del Rastrojero.

El lanzamiento de los Rastrojeros carrozados. gráfico

Nadie mejor que él para contar el origen del Rastrojero. Lo dejó registrado en un documento emocionante:

-Yo trabajaba en la Fábrica Militar de Aviones. Había unos 2.500 tractores Empire que el IAPI había importado de los Estados Unidos y que nunca funcionaron en la Argentina. Y recuerdo que en la segunda quincena de febrero del 52, en la visita semanal que el Ministro hacía a la fábrica, me preguntaron si me animaba a construir un camioncito a partir de los elementos de los tractores Empire, que no servían para las tareas agrícolas. Del tractor aprovechamos el motor, que era Willys. Trabajamos a todo ritmo, durante 87 días. Muchas noches no dormí o lo hacía en la enfermería de la fábrica… ¡Adelgacé siete kilos!

Y también reveló el origen del nombre del vehículo que estaban creando:

-El nombre de Rastrojero lo propuse un viernes a la noche durante una visita del brigadier San Martín, pensando que como sería un vehículo para el campo debería andar entre los rastrojos.

Con el tiempo, el Rastrojero habría de convertirse en un vehículo popularísimo. Y sus virtudes fueron destacadas en un film promocional que se conserva en el Archivo General de la Nación:

Mientras carga los bidones en la caja de su Rastrojero, Jorge me dice:

-Te voy a contar una historia. Un día voy a llevar el cloro a un hombre, un alemán, en La Lucila, en la calle Díaz Vélez, y salió otro hombre grande de la casa de al lado que lo conocía, y me dijo: “Yo trabajé, yo estuve en el proyecto Rastrojero, que se vendía mucho cuando la Ford había hecho la F100”… Él me dijo que la Ford pidió que se dejará de fabricar el Rastrojero, para poder vender la F 100. Algo puede tener de realidad, ¿no?

La presunción parece robustecerse con sus recuerdos:

-El Rastrojero estaba en planes de pago y se vendía mucho, como pick up para todos los fleteros. Me acuerdo de todas las cooperativas de fletes, muchos compraban en una agencia que se llamaba Del Norte, daba facilidades y todos los fleteros pudieron tener uno. En esa época había muchos, mucha gente cuentapropista que se ponía de fletero, como mi papá. La llamaban la pick up argentina…

Una reunión de coleccionistas de Rastrojeros.

La historia del Rastrojero tuvo muchas alternativas. Luego de la primera tanda, con los 2.500 motores Willys, llegó la etapa que empezó en 1954 con la aplicación de los motores Borgward diesel. Luego del derrocamiento de Perón en 1955 IAME pasó a llamarse DINFIA (Dirección Nacional de Fabricación e Investigación Aeronáutica), de la que se separó IME (Industrias Mecánicas del Estado). Pero al margen de los cambios institucionales en el país, el Rastrojero se seguía fabricando y vendiendo.

El recordado locutor Jorge Beillard era el rostro de la empresa en los avisos televisivos, mientras que la publicidad gráfica hacía hincapié en las facilidades de venta del producto. Aparecieron los distintos modelos del vehículo, con caja metálica, con doble cabina, frontales, ambulancias y también el llamado Conosur, utilizado como taxi.

Luego de la drástica decisión del ministro Martínez de Hoz se produjo un tremendo impacto en la estructura social y laboral que generaba el Rastrojero. Y también comenzó la declinación del propio vehículo. Hubo una licitación para la venta del patrimonio empresarial, que ganó la empresa Lo Giúdice-Pace. Pero debió enfrentar innumerables dificultades y finalmente desapareció. Ocupó su lugar Imetal S.A., un grupo sanjuanino que relanzó el Rastrojero con el nombre de Ranquel. Duró poco.

Rastrojero cargando en trenes

Más cerca en el tiempo, en 2014, el empresario Carlos Ptaschne anunció el nacimiento del proyecto del Rastrojero Amperion, totalmente eléctrico y con la participación de la empresa Levas Crespo de Escobar. Infobae publicó una excelente nota sobre esta novedad: Nuevo Rastrojero: así es el proyecto que busca revivir un clásico argentino a cuatro décadas de su desaparición.

Jorge enciende el motor. El clásico ronronear del diesel no impide que sus palabras se escuchen con claridad:

-Nunca me dejó de a pie. Ando por Martínez, San Isidro, voy al Tigre, Villa Adelina… llego hasta San Martín. Voy por los caminos alternativos, porque por supuesto me cuido de ir por lugares ligeros para no entorpecer a nadie tengo mis recorridos… La última vez que salí a la ruta fui a San Antonio de Areco y parecía un cortejo.

-¿A vos te sirve para tu trabajo?

-Mucho me sirve, muchísimo, es lo mejor… porque si yo tuviese un furgón, que es lo que ahora se usa mucho como intermedio con un camión, como son cerrados esos vehículo se oxidarían con el cloro o con el ácido. En cambio en el Rastrojero, que es abierto, la mercadería va al aire libre. Es una camioneta especial para lo mío…

"Nunca me deja de a pie", dice Jorge Del Blanco

-¿Y qué te dice la gente cuando te ve?

-Los chicos sobretodo, los chicos que van con las madres jóvenes le dicen: “Mamá, mirá ese camión qué raro…”. Hay gente grande que sabe, hay gente que me dice “mi papá tuvo uno“. Eso me emociona, la verdad es que tengo grandes satisfacciones.

-¿Te lo han querido comprar?

-Sí, sí… Coleccionista, clubes de coleccionistas... gente que tiene Rastrojeros maravillosos, lo que pasa es que éste sale todos los días a trabajar y trabaja desde hace casi 70 años. Esto es como un muchacho que va todos los días a la fábrica y otro que tiene la suerte de dormir hasta el mediodía. Los otros Rastrojeros duermen, éste todos los días trabaja.

-¿Gasta mucho?

-¡No, no gasta casi nada! Usa gas oil, pero tiene una bomba Bosch alemana muy buena. Y te voy a contar un secreto: agregándole un poquito de aceite dura toda la vida.

El nuevo prototipo de Rastrojero eléctrico

A esta altura de la crónica seguramente se han planteado algunas reacciones con respecto al Rastrojero.

Por un lado, quizás, algunos lectores reprueban el estímulo estatal a todo proyecto industrial. Con sólidos argumentos rechazan la política de subsidios y de protección oficial. Defienden los productos que reúnan calidad, precio, competitividad y posibilidad de exportación. Un símbolo de ese criterio es la palabra “rastrojerización”, utilizada para definir productos subvencionados y de modesta calidad.

En la vereda de enfrente están alineados quienes afirman que los países no se desarrollan siempre a ganancia inmediata y que generar fuentes de trabajo fabril realimenta el circuito económico. Rescatan que en la década del 50, con elementos de rezago y un diseño casi artesanal, se logró un vehículo adaptado a las necesidades del país en esa época. Y recuerdan que las grandes empresas internacionales, aún hoy, tienen el amparo de los poderes políticos.

Sería fantástico lograr una síntesis, revisar los hechos, entender el contexto de los acontecimientos y compartir nuevos proyectos.

Pero temo que nuestra crónica no podrá modificar el ambiente de desencuentro que predomina entre nosotros. Es que nos cuesta trabajo escuchar, preferimos la discusión a la conversación y Argentina termina siendo un partido de fútbol que se juega en una cancha redonda y sin arcos.

Mientras tanto, como un criollo Cid Campeador, el Rastrojero sigue ganando batallas después de su muerte.

 

Fuente : Infobae.