VÍDEO- EL SEMINARISTA TRANSERRANO PABLO LASALA, SERÁ ADMITIDO A LAS SAGRADAS ÓRDENES.

El sábado 30 de octubre el seminarista Pablo Lasala será admitido como candidato a las sagradas Órdenes en una celebración eucarística que presidirá nuestro Obispo monseñor Ricardo Araya en la Parroquia San Antonio de Padua de la localidad de Capilla del Monte donde Pablo está desarrollando su actividad pastoral los fines de semana.

Pablo (más conocido como “Poli”, un apodo que tiene desde la infancia) se encuentra transitando el primer año de la etapa configuradora de los estudios teológicos en el Seminario Mayor Jesús Buen Pastor de Rio Cuarto. Habiendo llegado a esta etapa de la formación ha solicitado ser admitido como candidato a las sagradas Órdenes. Mediante el rito de la admisión, el seminarista manifiesta públicamente su propósito de recibir el Orden sagrado. La Iglesia, en la persona del Obispo, recibe con alegría ese propósito y lo bendice para que continúe su formación sacerdotal.

A continuación, repasamos su vida, sus gustos, sus raíces, sus inicios en la formación, los lugares por los que pasó, y en qué consiste este paso importante que está por dar. Repasamos su ficha:

  • ¿En qué localidad naciste y te criaste?

Desde que tenía un mes de vida me crie en Ciénaga del Coro, Departamento Minas, Córdoba. Ahí viví hasta los cuatro años.

  • ¿Cómo está compuesta tu familia?

Mis padres, Ángel y Stella. Luego tengo cinco hermanos, que en orden de mayor a menor se ordenan así: Elisa, Ana, Cecilia, Agustín, (yo) y Santiago. Tengo una cuñada, Mariela, esposa de Agustín. Y dos cuñados: Federico, esposo de Ana y Javier, esposo de Cecilia. Y dos sobrinas, Catalina y Antonia, hijas de Agustín y Mariela.

Pablo y su familia

  • ¿A qué colegio fuiste? (primario, secundario)

Mi escuela primaria fue muy variada. El Jardín de Infantes y primer grado de la primaria lo hice en la Escuela Fray José María Nogal de Ámbul, Departamento San Alberto.

Luego segundo grado de la primaria en la Escuela José Vicente López de Arroyo de los Patos.

Después: tercero, cuarto y quinto grado en el Instituto Tránsito de María de Villa Cura Brochero. Y finalicé la primaria en sexto grado nuevamente en la Escuela José Vicente López de Arroyo de los Patos.

  • ¿Por qué decidiste estudiar periodismo deportivo? ¿Ejerciste la profesión?

Cuando era niño tenía cierta curiosidad por las revistas deportivas, mi hermano mayor trabajaba de “canillita” y me traía revistas de fútbol, el “Diario Olé”, suplementos deportivos, y también el padre Guillermo Gómez me regaló una vez una colección de la “Revista Parabrisas”. Me las leía todas completas y nació esa pasión por el fútbol y los automóviles. Luego ya en la secundaria, mi profesor de Educación Física (Santiago Zazú) me hizo valorar, aprender y gustar de los deportes como: básquet, hándbol, natación, atletismo, gimnasia y por supuesto el fútbol. Ahí fue cuando me empezó a gustar comunicar, organizar torneos, saber sobre las disciplinas y prácticas deportivas. Cuando egresé del secundario, pese a que me gustaba el Periodismo Deportivo, opté por ingeniería la cual abandoné al darme cuenta que no era lo mío y entonces me anoté en periodismo.

Pude ejercer muy poco tiempo pero con gran intensidad. Cuando estaba en el segundo año de la carrera concursé para una pasantía en la Confederación de Deportes de la Provincia de Córdoba, este organismo reúne absolutamente todo el deporte amateur y federado de Córdoba. Concluido el tiempo de pasantía, me comunicaron que había renunciado una de las chicas que trabajaba en el área de prensa y estaba vacante el lugar, lo cual acepté y trabajé dos años ahí cubriendo competencias, torneos, de las más variadas disciplinas deportivas. También un año tuvimos un programa de radio junto a otros compañeros que se llamaba Platea Deportiva en FM Latina Córdoba.

  • ¿Encontrás alguna relación entre lo que estudiaste del mundo del deporte y la formación sacerdotal?

Sí, hay bastante relación. En primer lugar ambas cosas coinciden en que la mayor parte de la actividad se concentra los fines de semana. En el caso de periodismo deportivo todas las competencias, torneos, partidos, etc. son viernes, sábado o domingo. Después en la semana hay solo entrenamientos o poco para cubrir.

En el caso de la formación sacerdotal durante la semana uno se prepara, se entrena ya sea a nivel intelectual, pastoral o espiritual para la vivencia de la actividad en las parroquias los sábados y domingos.

En segundo lugar: tanto en periodismo, como en la formación se comunica algo que le causa alegría a las personas, que los motiva y entusiasma, los saca de sus problemas.

Pablo es periodista deportivo

  • ¿Recordás de tu infancia o adolescencia algún indicio de vocación sacerdotal?

En la infancia fui monaguillo de la Capilla de Fátima en Arroyo de los Patos, una catequista que se llama Irene oriunda de Las Rabonas, me regaló un alba y desde ese entonces soñaba con la idea de ser sacerdote, tanto así que jugaba a “dar Misas” y reunía a miembros de la familia y algunas religiosas para que la celebren jugando conmigo (risas) ese sueño se potenciaba más cada vez que llegaba el padre Guillermo o el padre Ricotti, yo quería ser como ellos, no sólo como curas, sino como personas.

  • ¿A qué edad ingresaste al seminario y que te animó a tomar esa decisión?

Ingresé a los 24 años al Seminario San Carlos Borromeo de la Arquidiócesis de Rosario. El empujón final me lo di cuando realicé una convivencia previa con los seminaristas de la Diócesis de Cruz del Eje en San Esteban. Ahí me saqué todas las dudas y miedos.

  • ¿Qué dijeron tus familiares y amigos cuando les contaste la decisión? ¿Cambió tu relación con ellos?

A mi familia la sensación que les generó fue la de gran asombro y sorpresa. Ninguno lo podía creer sobre todo por el momento que estaba atravesando, recién recibido de periodista y con algunos proyectos en marcha. Pero todos me apoyaron y alentaron a que siga el camino. Todos recordaban que cuando era niño tenía ese deseo y me incentivaban. Mi relación con ellos no cambió, quizá paso menos tiempo pero la relación se fortalece.  

Respecto a mis amigos también los sorprendió mucho la decisión pero recibí respuestas alentadoras y realmente inesperadas para mí que me motivaron. La relación con ellos tampoco cambió. Trato de estar presente, de otro modo, o los veo una vez al año pero no dejo de estar en su presencia ni ellos en la mía.

  • ¿Qué te sorprendió del seminario que creías que no era así?

Yo pensaba que iba a ser un lugar aislado del mundo. Al entrar me di cuenta que no era así, uno sigue interactuando con el mundo pero estando en un camino de discernimiento en una casa de formación que tiene mucha vida y riquezas para la sociedad donde está asentado el seminario. Otro mito que se me derribó fue que yo pensaba que iba solo a estudiar al seminario, con el tiempo descubrí que uno no sólo estudia, sino que se forma como pastor en varias dimensiones: espiritual, humana y pastoral.

  • ¿Cómo fue tu experiencia del curso introductorio en Rosario?

Me fascinó ese año. Como toda convivencia, al principio me parecía raro vivir con gente que en mi vida había visto pero eso duró pocas semanas. Me tocó una comunidad que rápidamente me pude integrar, un formador excelente que me supo acompañar en momentos claves. Me sorprendió como en poco tiempo logré una relación afectiva con la casa y la comunidad. Me sirvió mucho para volver a Jesús e iniciarme como discípulo.

Curso Introductorio en el Seminario de Rosario

  • ¿Cómo viviste el cambio al Seminario de Rio Cuarto?

Lo que más me impactó fue el cambio de lugar físico. Pasé de una casa gigantesca a una bastante más chica y adaptada al contexto actual. Luego otro cambio muy positivo fue poder integrarse a la Región Centro (Córdoba) y tener la posibilidad de la cercanía e ir todos los fines de semana a realizar la actividad pastoral a nuestra diócesis.

  • ¿Qué lugar ocupa la comunidad del seminario en tu vida?

Hoy la comunidad para mi es una segunda familia. La primera ya quedó en casa y una vez al mes los voy a ver y comparto con ellos. Pero la mayor parte del tiempo, la convivencia y la vida en Cristo ahora es con los que vivimos en esta casa de formación. Es igual a cuando un hijo se casa: no olvida su primera familia, sus padres y hermanos. Pero ahora debe ocuparse de su esposa e hijos.

  • ¿Qué descubrís de valioso de los estudios filosóficos?

Los estudios filosóficos me ayudaron, y me siguen ayudando, a acomodar mis pensamientos y las ideas que traía de antes, a ejercitarme en el uso de la razón y para ahora orientarla a la sabiduría de Dios. Me sirvieron para comprender un poco mejor al mundo natural, a los seres espirituales y materiales, al hombre y la mujer, y también a analizar de manera crítica, racional y reflexivamente las problemáticas actuales.

  • Teniendo en cuenta que la formación sacerdotal es integral y progresiva, ¿en qué aspectos humanos sentís que el seminario te ha ayudado a crecer?

Creo que el aspecto central del seminario que me ha ayudado a crecer es la vida en comunidad. Antes ni loco mi iba a vivir con gente que ni conocía. Hoy me animo mucho más a compartir la vida, convivir con otros que tienen un proyecto existencial en común que es el camino discipular de seguir a Cristo.

  • ¿En qué consiste la actividad pastoral? ¿En qué comunidades te ha tocado estar?

La actividad pastoral es una de las dimensiones formativas y es lo que hacemos los fines de semana cuando vamos a las parroquias. Consiste en involucrarse en una comunidad acompañado por el párroco y realizar actividades que reflejen a Cristo Pastor y Siervo. Esto puede ser: catequesis, atención a los jóvenes, grupos o movimientos propios de la parroquia, asistencia a los enfermos o ancianos, ayuda en la liturgia, ayudar en cáritas, pastoral del duelo, misionar, acompañar y guiar a monaguillos, etc.

 Cuando estaba en primero de la etapa discipular o de los estudios filosóficos me tocó ir a la parroquia Nuestra Señora de Schoenstatt en Villa Dolores. Luego en el segundo año tuve la oportunidad de hacer mi actividad pastoral en la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Mina Clavero. Al año siguiente debido a la pandemia estuve casi todo el año en mi parroquia de origen, Nuestra Señora del Tránsito y Santo Cura Brochero y este año realizo mi práctica pastoral en la parroquia San Antonio de Padua de Capilla del Monte.

  • ¿Qué es lo más esencial que te ha marcado la vida del seminario en estos años?

El encuentro con Cristo es lo que más resalto. Dejarme encontrar por él, conocerlo como hombre perfecto, seguirlo, dejarme iluminar por su palabra y enseñanzas, verlo en cada hermano de comunidad y en los sacerdotes y ahora la invitación a configurarme con él.

  • ¿Cómo viviste el año pasado marcado por la pandemia? ¿Te enseñó algo?

Fue difícil, como para todo el mundo, pero aprendí a confiar mucho más en Dios y en los hermanos que me puso en el camino. Hubo momentos de desmotivación, de desgano, cansancio y crisis. Pero, si algo aprendí, fue a trabajar en equipo, a conocerme y conocer en profundidad a los que tengo al lado y salir juntos de esa situación.

  • ¿Crees que los medios de comunicación son útiles para la evangelización?

Si, totalmente. Son demasiado útiles pero haciendo un buen uso. Existen herramientas asombrosas y brillantes para anunciar a Cristo pero todo dependerá de cómo las administro y que siempre tiendan al bien de la comunidad y cumplan la voluntad de Dios.

  • ¿Qué es la Admisión a las sagradas órdenes? ¿En qué momento de la formación se recibe?

La admisión a las sagradas órdenes es un acto público en donde la Iglesia acepta al aspirante como candidato a recibir las sagradas órdenes. Generalmente este acto se celebra en la Misa pero puede ser en otro momento. Se recibe luego de un periodo de tiempo en el seminario, la mayoría de las veces en el primer año de los estudios teológicos, pero puede ser después también.

  • ¿Qué te anima espiritualmente a dar este paso?

Una forma de sellar un compromiso para siempre con la institución que Cristo fundó y expresar públicamente mi deseo de entregarme al servicio de Dios y de los hombres, que exigirá un mayor compromiso con la Iglesia, en este caso, la Iglesia diocesana de Cruz del Eje.

  • ¿Cómo crees que debe ser el sacerdote que el mundo necesita hoy?

Aquí resalto la importancia de escuchar la voz del Dios y la voz del pueblo. La palabra de Dios es la brújula y el punto de encuentro para que todos puedan volver. Un sacerdote hoy en día debe ser capaz de re-unir aquello que se ha desunido, dividido. Debe provocar el encuentro nuevamente de todas las ovejas del rebaño y una vez que se ha vuelto a unir, cuidar el rebaño estando atento a lo que pasó y dejándose él también conducir por el Señor.

  • ¿Qué has aprendido de algún sacerdote mayor que te gustaría imitar?

Desde la infancia hubo testimonios sacerdotales que me marcaron y fueron modelo para mí. Destaco actitudes como: conocer a cada oveja en particular. Recuerdo curas que me llamaba la atención cómo conocían a cada uno por el nombre y las personas también lo identificaban como el cura párroco.

De otros resalto su buen humor y excelente trato con la gente, sobre todo con la gente del campo y de las sierras.

También recuerdo otro que me reflejaba a Jesús cercano y amigo de los niños, su gran capacidad de catequizar y enseñar.

  • ¿Qué gracia le pedís a Dios para este paso y a qué santo te gustaría invocar para crecer en alguna virtud?

Pido la gracia de adherirme al corazón de Cristo Pastor y Siervo, teniendo los mismos sentimientos que él tuvo.

Me gustaría invocar a San Pablo y que me ayude a encauzar mi personalidad y carácter para anunciar al Señor en todos lados, sobre todo en los ambientes más alejados.

Pablo y sus padres

  • ¿Qué lugar ocupa Brochero en tu camino de fe?

Brochero es un gran amigo. Así como cuentan que se ganaba la amistad de todos cuando andaba por los rincones del curato, así se ganó mi amistad cuando lo conocí de niño en el colegio. Siempre supe que tenía un amigo en el cielo que le podía pedir lo que quiera. Ese mismo amigo al que le debo tantos favores y hasta me ayudó a tomar la decisión de ingresar al seminario.

  • ¿Qué le dirías a un joven que siente la vocación sacerdotal?

Es un don enorme que nos hace Dios, el cual, tiene que ir descubriéndose poco a poco, paso a paso, para luego darlo a los demás. Que se anime a hablarlo, que no es una locura ni nada extraño, sino una invitación amorosa.

Fuente : diocesiscruzdeleje.org.ar